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"Cada lector me enseña cosas de mis propias novelas" |
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Fernando, Eulogio y Catalina son tres amigos que huyen de la Guerra Civil. Abandonan Madrid con «un secreto con el que lidiar» en la mochila y sin saber que su vida bailará al son del convulso y apasionante siglo XX, la época que enmarca Tú no matarás, la novela sobre la que Julia Navarro hablará hoy en la librería Hijos de Santiago Rodríguez del Camino de la Plata (20 horas). Tras un año de gira. ¿Qué hallazgos arrojan las citas con sus lectores? Cada lector me enseña cosas de mis propias novelas y siempre es una experiencia enriquecedora. Me gusta mucho escuchar, quizás es uno de los hábitos que me quedan de cuando ejercía el periodismo. ¿Qué buscaba contando la historia de Fernando, Catalina y Eulogio? Todas mis novelas tienen siempre el mismo hilo conductor, que es una indagación sobre la condición humana. Através de los personajes, intento hacer esas preguntas que están sin respuesta sobre realmente quiénes somos, qué sentido tiene la vida y lo que hacemos, ese cúmulo de grandes pasiones que anidan en el corazón del ser humano, desde el amor al odio, generosidad, ira, venganza, envidia, piedad... Los tres protagonistas vienen de realidades sociales distintas, pero son amigos sin mirar a los lados. ¿Es Tú no matarás una exaltación de la amistad? Para mí, mis amigos son muy importantes, no me podría explicar a mí misma sin las personas con las que he recorrido tantos tramos de mi vida. Por lo tanto, el valor de la amistad es fundamental. Es difícil cabalgar la vida sin personas que te acompañen o a las que acompañes. Ellos se acompañan y cada uno a su manera es un superviviente... Todos somos unos supervivientes. La vida siempre es un cúmulo de preocupaciones, hasta para los que puedan tener la vida aparentemente mejor y más tranquila del mundo. Al final, uno siempre debe mirarse en el espejo de uno mismo, de su conciencia, más allá de cuáles sean nuestras maneras de vivir. Siempre hay un momento en el que el ser humano se encuentra solo consigo mismo. La acción principal transcurre en Madrid, Alejandría y París, aunque también aparecen Boston, Vichy, Jerusalén, Santiago de Chile, Berlín... ¿Es más difícil recrear los lugares más cercanos o los más lejanos? La Alejandría que aparece es la de la Segunda Guerra Mundial, fascinante, llena de espías, refugiados, comerciantes, aventureros, en la que podía pasar cualquier cosa y a mis personajes les ocurren, pero no hay ninguna ciudad que sea lo que fue, están vivas, van cambiando, tampoco el Madrid de hoy es el de los años 40, afortunadamente. ¿Cuesta más escribir sobre ese Madrid, donde vive, aunque haya cambiado? Sí, porque la ligazón sentimental que yo tengo con Madrid no es la que mantengo con Alejandría, París o Viena. Es distinto. Para mí recrear la España de los años 40 supuso un shock porque era viajar a la España de mis abuelos, en la que eran jóvenes y sufrieron, una España que, después de la Guerra Civil, se había quedado sin futuro, sin esperanza. Yo no podía dejar de pensar en mis abuelos en todo momento y por eso hubo uno en el que no podía continuar con la novela, la dejé aparcada y entre medias escribí Historia de un canalla. Además sigue los pasos de los personajes durante todo el siglo XX... Todas mis novelas transcurren en el siglo XX. Me preguntan mucho por qué. Creo que es el siglo que conozco y pasaron tantas cosas, tan brutales algunas de ellas, que para mí colocar mis historias ahí no es algo que haya buscado, simplemente es así. Y en esa época enmarcará su próxima novela. ¿Ya se ha puesto con ella? ¿Qué tratará? Sí, claro, claro. Cuando termino una novela ya estoy pensando en la siguiente, dejo pasar un par de meses, en los que elaboro cómo va a ser la historia, pero luego me siento ya a escribir. |